El experimento Massa

Mientras el «Día de las Infancias» se celebra con el 60% de las niñas y niños bajo la línea de pobreza, jugando en zanjones infectos, con escuelas y hospitales que se caen a pedazos, Cristina está ocupada eludiendo la cárcel y Alberto canta bagualas en La Rioja.

En cambio, el “experimento Massa” camina pasito a paso: la designación del anunciado, rechazado y vuelto a anunciar Gabriel Rubinstein como viceministro de Economía es otra prueba de habilidad del Superministro del Alargue para mantener el barco a flote, al menos hasta el año que viene.

El Estado es una enorme y complicada maquinaria, muy difícil de manejar, ocupada por capas y capas de burocracia que empastan la ejecución de decisiones cotidianamente. Massa conoce bastante los engranajes de esa maquinaria. Y tiene amigos empresarios que le prestan apreciables “ayuditas”.

Si Massa llega a agosto de 2023, dejará la impresión de que el kirchnerismo debió entregarle el gobierno hace rato, ya que habrá demostrado ser el “piloto de tormentas” más capaz para navegar en una de las peores crisis de la historia argentina. En este sentido, Massa sería “un Duhalde de Nordelta”.

En lo económico, Massa mantiene y profundiza la línea Guzmán-Batakis: contener el dólar, ajustar a la clase obrera. Puro consenso liberal. Por eso a Juntos por el Cambio se le complica diferenciarse: no hay grieta en lo económico. La operación de Lilita Carrió, denunciando corrupción al interior de la alianza que ella misma ayudó a fundar, apunta a vender “honestidad” para diferenciarse del kirchnerismo (en medio de las acusaciones por “asociación ilícita” contra Cristina) y ganar posiciones en la interna de Juntos por el Cambio.

Pero lo cierto es que la oposición seguirá dispersa mientras no defina un programa, un orden de prioridades y un candidato que aglutine.

Si Carlos Melconián (Fundación Mediterránea) se está reuniendo con liberales y peronistas es porque todavía no hay una fuerza aglutinante en condiciones de sostener el plan que los empresarios necesitan. Por eso el “Experimento Massa” llegó para ganar tiempo: tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio (y las alianzas empresariales detrás de cada coalición) patalean en el desorden y la desorientación. La operación de Carrió pretende alinear detrás de ella, pero alimenta más el caos.

Y es que amenazar a Cristina con la cárcel (o denunciar la estafa de Larreta en CABA con las grúas y el acarreo de coches) es amenazar a toda esa burguesía parásita que vive de los subsidios estatales: la «Causa de los Cuadernos» no tiene grieta. Están todos metidos en los mismos negociados.

La población sabe todo esto. Por eso el voto es cada vez más economicista y cada vez menos ideológico: importa la plata en el bolsillo (fundamentalmente, porque falta), no las promesas y los colores. Hay millones de personas que quieren una fuerza nueva, una fuerza que sepa cuáles son los problemas estructurales del país, cuáles son las soluciones y cómo se llevan a cabo.

Esa fuerza nueva existe. Se llama Vía Socialista, cuenta con un diagnóstico de los problemas del país (basado en más de veinte años de investigación) y necesita tu adhesión para presentar el plan ARGENTINA 2050 en las elecciones de 2023.

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