Massa, superministro del alargue

El viceministro de Economía anunciado y rechazado en el lapso de horas es otra prueba de lo que afirmamos la semana pasada: el “superministro” Massa, tan “super” no es. La anécdota indica algo más profundo: la fragilidad de la situación, con un gobierno que camina pisando huevos.

Esa fragilidad se ve en el tipo de empresarios que apoyan a Massa: José Luis Manzano, Marcelo Mindlin, Daniel Vila, Francisco De Narváez… empresarios de rapiña que se acercan cuando el eje Fundación Mediterránea (Carlos Melconián, Arcor) se aleja. Nadie quiere agarrar la manija de este desastre y aparecen los avivados pescadores para obtener rápidas ganancias del río revuelto.

Este no es el escenario soñado por Massa, quien hubiera preferido ser Jefe de Gabinete, poner a Martín Redrado en Economía y mantener a Miguel Ángel Pesce en el Banco Central.

¿Por qué Massa asumió con tantas limitaciones? Porque apuesta a que esto sea su renovación política: ganar tiempo, ajustar subsidios, arreglar con los gobernadores, controlar los planes sociales. Massa es el superministro del alargue. Si le sale bien, será el próximo candidato a presidente de la coalición. Si le sale mal, será un oportunista ajustador que no llegará a octubre de este año y tendremos adelanto de las elecciones presidenciales.

Mientras tanto, la estrategia de Cristina es ganar la provincia de Buenos Aires y refugiarse ahí. Sabe que la devaluación y su costo político acechan al gobierno, por eso no quiere tomar las riendas ni apoyar explícitamente a Massa. Basta con hacer notar que no fue a la asunción del ministro y permitió una foto que la muestra más separada de Massa que junto a él.

Así se aclara, poco a poco, el horizonte para el oficialismo. Y se oscurece para la oposición: desde Jorge Lanata hasta Carlos Pagni, todos los voceros de la burguesía llaman a ordenar la tropa. Porque no sólo no aparece con nitidez una figura que aglutine a la coalición Juntos por el Cambio, sino que asoma una alianza entre Larreta, la UCR y el peronismo de algunas provincias tan amenazadora como tentadora.

En estos días, además, Infobae publicó una encuesta según la cual casi el 35% de la población quiere que gobierne “un partido nuevo”. Ni Juntos por el Cambio ni el Frente de Todos siembran esperanzas en un porcentaje de la población que supere esa declaración: hace falta que gobierne una fuerza nueva. Hay, no hace falta ser muy observador para notarlo, una descepción general con los partidos “de la grieta”.

Esa novedad deseada no tiene un contenido concreto, de izquierda o de derecha, pero está orientada por la crisis económica y la ausencia de un plan de gobierno. La izquierda debería aprovechar la situación. Porque ante la falta de un “nuevo partido”, el descontento lo capitaliza la oposición burguesa. Así como se votó al ajustador Macri para repudiar el ajuste de Cristina, se votó al ajustador Alberto para repudiar a Mauricio. Nada impide que ahora sea el turno del nuevo ajustador del PRO.

Por eso mismo, Vía Socialista se postula como una opción. En construcción, pero real. Argentina 2050 es nuestro plan de gobierno para salir de la crisis, elevar la productividad del trabajo y mejorar la vida de toda la población. Danos tu adhesión para construir esa nueva fuerza y podamos presentarnos a elecciones.

Los empresarios y sus políticos tienen tiempo para el alargue. Nosotras y nosotros, no.

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