Parques industriales: puntales del desarrollo o cáscaras vacías

Martin Pezzarini y Marina Kabat

Vía Socialista

Sin resultados a la vista, los parques industriales representan hoy una sangría para el Estado. Hay empresas privadas que ganan fortunas construyendo con fondos públicos parques que luego quedan vacíos. Solo mudar su planta a un parque asegura a un empresario cuantiosos subsidios. Atentos a cualquier oportunidad que les permita pescar algunos votos, gobernadores y, sobre todo, intendentes compiten entre sí por quién tiene el parque más grande. Todos quieren el suyo, sin importar criterios de logística o complementariedad. De este modo, en lugar de apuntalar la planificación, la creación desordenada de parques favorece la ineficiencia y el derroche. Como consecuencia, tenemos centenares de parques industriales financiados por el Estado que solo son cáscaras vacías.

Boom de los parques mientras la producción local se desmorona

En las últimas dos décadas, los parques industriales se multiplicaron en el país. Se estima que entre 2002 y 2022 pasaron de 80 a 600 predios de este tipo1. Esto equivale a un crecimiento del 600 por ciento. En el mismo período, el PBI industrial apenas subió un 26%2. Si vemos con más detalle, observamos que ese crecimiento industrial se concentra en los primeros años del milenio con la recuperación post crisis del 2001 y tiende al estancamiento posterior. Hoy la industria está estancada. Hay despidos y cierres de fábricas. Las mismas firmas de los parques industriales se achican, despiden o se funden 3. Sin embargo, cada vez hay más parques industriales. Este crecimiento parece acelerarse en tiempos preelectorales. ¿Cómo puede ser posible? ¿Quién los financia? ¿Quién se beneficia?

En Argentina, los parques industriales se mantienen en base a transferencias de recursos del Estado hacia el sector privado. Como otros subsidios estatales al sector privado, estas transferencias asumen todas las formas y colores: cesión de tierras, exención de impuestos, financiamiento de infraestructura, créditos con tasa de interés negativa, aportes de fondos públicos no reembolsables, compra estatal de equipos, entre otras. El Estado Nacional, entre 2010 y 2018, otorgó 192 Aportes No Reintegrables (ANR) para la infraestructura de los parques y 123 créditos con tasas bonificadas para las PyMES que operan en estos espacios4. Pero, las empresas no maman solo de la teta del Estado nacional, aprovechan también las también jugosas ubres provinciales y municipales.

En Córdoba entre 2019 y 2022, los parques industriales pasaron de 9 a 475. Esto incluye los parques recientemente anunciados en La Para (Río Primero), Toledo (Santa María) y Cruz del Eje. Estos parques solo se sostienen por las transferencias y subsidios que realiza el sector público provincial. Por un lado, el Estado dispone de Aportes No Reembolsables de hasta $5.200.000 para la infraestructura de cada parque. Por otro lado, en el marco de la Ley de Parques Industriales (7255) y la Ley de Promoción Industrial (10.792), las empresas instaladas en estos predios cuentan con de importantes ventajas. Los beneficios incluyen exención por quince años del pago de impuestos a los Ingresos Brutos, Impuesto de Sellos e Impuesto Inmobiliario. Durante siete años, las firmas también pueden gestionar subsidios al consumo energético y por la contratación de trabajadores a tiempo indeterminado. Por último, la Provincia acordó con el Banco de Córdoba y Banco Santander dos líneas crediticias a tasas subsidiadas para la construcción de galpones sustentables, la adquisición de tecnologías, y otras obras. Estos créditos tienen tasas que rondan entre el 20% y el 30% anual, muy por debajo de la inflación. Y, además, los beneficiarios tienen un año de gracia hasta comenzar a pagar. En Buenos Aires, la Ley Provincial 13.656 establece que los parques industriales tienen beneficios como acceso a inmuebles del Estado, exención de impuestos provinciales, financiamiento en condiciones preferenciales, entre otros.

La guerra de los parques

No hay intendente que se precie que no desee un parque propio. Se estima que el 80% de los parques industriales del país son de gestión pública municipal6. Y, como hay poca industria y muchos intendentes que quieren atraerla a sus municipios, se desata la guerra de los parques. En esta singular batalla, cada municipio tratará de superar los subsidios que ofrecen sus rivales. Se multiplican los beneficios de todo tipo. En el Parque Industrial de Bahía Blanca, el gobierno local estableció la exención de tasas y derechos municipales a quienes se instalen en ese predio. Algo similar ocurre en el Parque Empresarial Austral de Pilar o en los predios ubicados en el partido de Berazategui, donde las empresas no pagan impuestos municipales si contratan trabajadores que residan en esos distritos. En todo el Conurbano Bonaerense, más del 80% de los parques ofrecen este tipo de ventajas a las empresas que se instalen en sus predios 7.

La competencia entre provincias y municipios por atraer al mismo reducido grupo de empresas hacia sus parques hace que cada vez se ofrezcan mayores subsidios, sin que por ello la industria crezca. Los únicos beneficiados son los empresarios que no invierten en industria ni un centavo más de lo que preveían. De hecho, terminan invirtiendo menos. No deciden su localización hasta que la puja eleve al máximo los subsidios estatales y reduzca a cero los impuestos que les corresponden. Mientras, las empresas hacen su agosto con la plata que todos pagamos al Estado.

El negocio del tratamiento de residuos

El loable propósito de cuidado del medio ambiente es usado de fachada para nuevos subsidios. El Parque Industrial Curtidor de Lanús es financiado con fondos públicos. Antes había fracasado un proyecto de gestión privada que iba a desarrollarse con fondos públicos sin que nadie haya explicado a dónde fueron los recursos que giró el Estado. El objetivo del parque es que las curtiembres dejen de contaminar el Riachuelo. El Estado pone el terreno, monta toda la infraestructura del parque y construye una costosa planta de tratamientos de efluentes industriales para que luego sea utilizada por las pequeñas curtiembres de la zona. Las empresas se quedan con las ganancias, mientras que el Estado asume los gastos más importantes de la producción.

En Colón, Entre Ríos, el municipio y la firma Bonnin Hermanos impulsan la apertura de un Parque Industrial Mixto8. Además de acceder a todos los beneficios que implican estos proyectos (transferencias, exención de impuestos, créditos, etc.), la productora de pollos busca que el Estado se haga cargo de las instalaciones necesarias para el tratamiento de los residuos industriales, una de las partes más costosas de la infraestructura. Al igual que en Lanús, vemos que las empresas hacen negocios y se llevan ganancias, mientras presionan para que el sector público se responsabilice de los gastos productivos asociados a evitar la contaminación. Cabe señalar que Bonnin Hermanos es una firma exportadora líder en su área con ganancias millonarias ¿por qué deberíamos pagar todos por parte de su proceso productivo?

Si mientras la industria se estanca los parques crecen un 600%, mucho de ese crecimiento es ficticio. Mucho humo electoral y mucho emprendimiento inútil que quedó varado al perder la guerra de los parques. Gran cantidad de los parques anunciados e inaugurados ni siquiera funcionan. Decenas de predios apenas cuentan con un arco de entrada y un cartel con la publicidad del gobierno que impulsa el proyecto. En 2016, por ejemplo, 73 de los parques registrados no contaba con ningún trabajador9. En muchos de ellos tampoco había empresas funcionando, y lógicamente, los lotes vacíos se contaban por miles.

Hasta en el Parque Industrial Pilar, uno de los más exitosos, se estimaba que de las parcelas vendidas solo el 60% tenía algún establecimiento (aunque no necesariamente industrial)10. Lo que muestra el costado del negocio inmobiliario de estos parques. Los empresarios compran estos lotes con subsidios del estado, y ni siquiera ponen un ladrillo. Antes se hablaba de terratenientes absentistas que tenían campos que supuestamente no ponían en producción. Pues bien, aquí tenemos industriales absentistas, que encima se nutren del Estado.

La planificación ausente

Es evidente que estos parques no responden a una mayor planificación e industrialización de la economía argentina. Si en papeles su número ha aumentado tanto es porque se le da el nombre de parque industrial prácticamente cualquier cosa. ¿Si se inauguran hospitales sin médicos, porque no parques industriales sin fábricas?

En el peor de los casos, sale una ley, se reserva un espacio, se pone un cartelito y, ceremonia mediante, se consiguen notas de prensa. Luego el predio queda abandonado. Cualquier obra que se haga en el predio beneficia a las empresas constructoras que licitan la obra. La patria contratista gana a costa de los recursos del Estado y, mientras les pagan, no les preocupa si estas instalaciones luego se usan o no.

En el mejor de los casos, se agrupa sin ningún criterio a algunas empresas preexistentes en un mismo espacio. Pocos son los parques especializados en una misma rama de la producción, lo que podría facilitar la sinergia entre las empresas y una mayor eficiencia del conjunto. Por el contrario, muchos predios reúnen actividades tan disímiles como la fabricación de tapas de empanadas, caucho, cosméticos y equipos de construcción. Simplemente se agrupan por las ventajas que les ofrece el Estado para operar en el parque.

No se hace nada para garantizar la plena ocupación de los parques. En general, no se busca la especialización productiva de cada parque ni su complementariedad con otros cercanos. No se compran insumos en forma conjunta ni se promueve el establecimiento de cadenas productivas11. Más que parques industriales propiamente dichos, son meros “countries industriales o terciarios”, donde lo único que se aprovecha en forma conjunta es la seguridad y los subsidios del estado.

El problema no son los parques, sino lo que se ha hecho con ellos. Solo un Estado productivo que planifique a escala nacional el conjunto de los parques industriales con una visión de conjunto puede dejar atrás estos negociados. En este punto la descentralización solo favorece los interese privados que dividen y reinan, mientras los intendentes se pelean entre sí para atraerlos. Desarrollo industrial, competitividad y ordenamiento territorial, estos beneficios están al alcance de quién proponga gobernar la Argentina con un Estado que desarrolle por sí mismo las grandes obras públicas y las gestione en forma centralizada. Vía Socialista es el partido capaz de hacerlo.


Publicado en El Aromo Nueva Época N° 9 – Marzo 2023

  1. Marcelo Bátiz: “En 2023 habrá más de 600 parques industriales en todo el país – TELAM digital 09-04-2022)
  2. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos: Cuentas Nacionales, Agregados macroeconómicos (febrero, 2023).
  3. Gerardo Cadierno: “Crisis y desempleo en Parques Industriales”, Conexión Parques (23-08-2019)
  4. Ministerio de Desarrollo Productivo (marzo, 2020). Informe y Estado de Situación 2015 – 2019. Programa Nacional para el Desarrollo de Parques Industriales
  5. Ministerio de Industria, Comercio y Minería de la provincia de Córdoba: “El Gobierno entregó $59.200.000 en Aportes No Reembolsables a Parques Industriales” (noviembre, 2022).
  6. Sergio Lanzafame: “Cuáles son las ventajas de instalarse en un parque industrial”, El Cronista (05-02-2020)
  7. Cushman & Wakefield: “Parque industriales de Buenos Aires: la hora de crecer” (2018)
  8. Municipalidad de Colón: “Se concretó la cesión de terrenos para el emplazamiento del Parque Industrial de Colón”, Prensa Municipal (12-12-2021)
  9. Ministerio de Desarrollo Productivo (junio, 2020). Informe N°1. Programa Nacional para el Desarrollo de Parques Industriales
  10. Briano L. E., Fritzsche F. J. y Vio M. L. (2003): “El lugar de la industria. Los parques industriales en la reestructuración productiva y territorial de la Región Metropolitana de Buenos Aires”, en EURE (Santiago), 29(86), pp. 109-135.
  11. Ibídem.

1 comentario en “Parques industriales: puntales del desarrollo o cáscaras vacías”

  1. Interesante la nota. La tomo para trabajar con mis alumnos del profesorado. Y hago un comentario de percepción desde lo micro-barrial. Según he leído en un informe, en el partido de Gral. San Martín hay aproximadamente 1.500 Pymes. Ahora bien, gran parte de esas Pymes se localizan en zonas RI (residencial – industrial). Las más chicas, los talleres, producen en condiciones muy precarias y sin complimiento de lo que establece el Código de Ordenamiento Urbano. Yo padezco dos de estos talleres en mi cuadra. Uno un taller metalúrgico, el otro, una carpintería -fábrica de sillones. Ocupan sus propias veredas y la de los vecinos contiguos, tanto para cargar y descargar, como para producir; los jóvenes contratados en evidentes condiciones informales, almuerzan en el cordón de la vereda, la acumulación de madera y goma espuma en un galpón improvisado genera un riesgo evidente tanto para ellos como para sus vecinos; no se respetan los decibeles; los residuos de la madera (aserrín) o las virutas de hierro de la metalúrgica, las retira un carro a caballo. El aserrín lo tiraban a 200 metros, en la vereda del CEMEF, hasta que se lo empezó a recibir otro vecino que en el fondo de su casa cría gallos bataraz y se los vende a los Umbanda para su sacrificio. En una oportunidad le pregunté a un vecino que también tenía una pyme en otro barrio del partido de San Martín sobre cuál era la ventaja de las pymes en el partido. Y me contestó: “acá los inspectores no te joden”. Sobre uno de los casos que describí se presentaron notas por mesa de entradas en la Municipalidad. Pero se impone el discurso de “San Martín Capital de la Industria”. Entiendo que estas dinámicas también, a otra escala, son formas de subsidiar pequeñas burguesías que sin dichos beneficios, no podrían producir y competir.

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