Una medida contra el trabajo infantil en Misiones

Ezequiel Flores

Vía Socilalista

El trabajo infantil es un flagelo mundial que en nuestro país está lejos de erradicarse. Según la última encuesta (2016-2017), alrededor de 764.000 niños y niñas de entre 5 a 15 años realizan al menos una actividad productiva en Argentina. De este total un 38% lo hace directamente para el mercado. Por otro lado, cerca de 429.000 adolescentes de entre 16-17 años realizan una actividad productiva y el 57% lo hace para el mercado. La encuesta contrasta la situación en los ámbitos rural y urbano y también por región. En las zonas rurales 206.635 niños y niñas de 5 a 15 años realizan al menos una actividad productiva. De este total, 72.808 trabajan en actividades económicas destinadas al mercado representando al 7% de niños y niñas que residen en zonas rurales. En el NEA rural 7,7% de niños y niñas trabajan para el mercado. Mismos porcentajes se encuentran en la región pampeana y similares a la región de Cuyo (7,4%). Siendo estas las regiones con mayor presencia del trabajo infantil en las zonas rurales. Cabe aclarar que los datos estadísticos disponibles datan de hace cinco años y no nos permiten saber si este panorama se agudizó o no tras la cuarentena producida por la pandemia por Covid-19. Nos obstante, recientes declaraciones de la Ministra de Trabajo de Misiones, Silvana Giménez, dan cuenta que la pandemia agudizó el trabajo infantil en el mundo.

En este contexto regional, la provincia de Misiones registra un 8% de riesgo de trabajo de trabajo infantil y adolescente, indicador que señala la probabilidad de encontrar trabajo de niñas, niños y adolescentes en un determinado espacio. El dato resulta alarmante porque supera la media nacional que es de 6,5%. Al interior de la provincia, son cuatro los departamentos que notifican riesgo alto (entre el 9 y 11%): General Manuel Belgrano, San Pedro, Guaraní y 25 de Mayo; otros cuatro departamentos presentan un riesgo medio (entre 8 y 9%): Cainguas, San Ignacio, Concepción y Apóstoles, y nueve presentan riesgo bajo (entre 6 y 8%): Iguazú, Eldorado, Montecarlo, Libertador General San Martín, Capital, Candelaria, L.N. Alem, San Javier y Oberá.

Los departamentos de riesgo alto y medio presentan una serie de características en común: mayor porcentaje de población rural, mayor proporción de niños, niñas y adolescentes que no asisten a establecimientos escolares, mayor porcentaje de población con carencias críticas, mayor porcentaje de jefes de hogar asalariados no registrados y menor proporción de niños y niñas alcanzados por la Asignación Universal por Hijo. A su vez, esta problemática se asocia a distintas actividades económicas. En particular, en el agro misionero está fuertemente relacionado, por un lado, al trabajo en las chacras de los “productores” –ya sea para consumo propio o para ventas en ferias- y, por otro, a las producciones de tabaco y yerba mate. Esta última resulta ciertamente significativa debido a que la provincia es la principal productora del país. Actualmente, a pesar de que hay un incipiente intento de mecanizar la cosecha de yerba-mate, el grueso de la misma se realiza de manera manual y se extiende entre marzo y agosto. Los trabajadores de la cosecha son identificados popularmente como tareferos/as.

En su conjunto, los tareferos se encuentran bajo la línea de pobreza, percibiendo un salario a destajo y, en muchos casos, en negro. Estas condiciones históricas favorecieron el trabajo de niños en los yerbales debido a que una mayor cantidad de manos cosechando aumenta la productividad y por tanto se vuelve un factor salarial clave. Los bajos salarios les permiten a los patrones yerbateros, en general chicos, ahorrar en “costos laborales”. A su vez, otro de los factores que condicionan especialmente a las tareferas, es tener que cumplir con el mandato patriarcal que deposita sobre ellas el rol del cuidado de sus hijos a la par que tienen que trabajar en el yerbal. Así las cosas, la edad de inicio de trabajo en la cosecha de yerba-mate entorno a los 10 o a veces menos. Las pésimas condiciones laborales que rigen en la tarefa llevan a que frecuentemente se conozcan noticias de accidentes que involucran niños y que, en algunos casos, son fatales.

Todo esto ocurre en un país cuya legislación adhiere a las convenciones internacionales de la OIT y la UNESCO, que promueven la erradicación del trabajo infantil y la protección del trabajo adolescente. Entonces, es preciso revisar las distintas iniciativas del Estado argentino frente a esta problemática para poder evaluar su efectividad y pensar propuestas para eliminar el trabajo infantil. Una de ellas es la creación de espacios de cuidados para la niñez. Esta iniciativa comenzó a implementarse de forma aislada en Andresito, Departamento General Belgrano del noreste de la provincia de Misiones por iniciativa del sindicato de tareferos con el nombre de “Espacio de cuidado Zamba”.

El proyecto Zamba

Comencemos por conocer el contexto. Como vimos más arriba, Gral. M. Belgrano es un departamento con riesgo alto de presencia del trabajo infantil, a su vez, es el quinto Departamento con mayor superficie de yerba-mate cultivada (17.192 Has). En una de sus ciudades más importantes, Comandante Andresito, viven 1.560 tareferos, el 19,5% de los tareferos relevados de la provincia 1. A su vez, el asentamiento 20 de junio, básicamente un barrio de familias tareferas, es donde se construyó el Espacio de Cuidado “Zamba” que fue inaugurado el 10 de mayo de 2022 en el marco del programa “Buena Cosecha”.

Zambafunciona de 4:00 a 18:30 de lunes a viernes, tanto en el período zafra como durante los meses en los que no se lleva adelante la cosecha. En ese tiempo, se garantiza desayuno, almuerzo y merienda para niños y niñas que asisten y se los traslada, a la escuela o al jardín según corresponda, y se los busca para que merienden y esperen ser retirados por sus tutores. También se realizan actividades lúdicas, educativas y recreativas varias.

A pesar de la responsabilidad que implican las tareas y de cumplir turnos rotativos de no menos de 6 horas, los trabajadores de Zamba se encuentran en una situación laboral precaria, puesto que no están contratados, sino que sólo perciben el plan social Potenciar Trabajo,como remuneración.

A la precariedad laboral se suman otras limitaciones. Una de ellas es el espacio físico que, si bien pretende albergar a 50-60 niños, no contiene las dimensiones para hacerlo. Si bien asisten regularmente alrededor de 30 niños, la demanda es mayor. Otro déficit es la falta de capacitación específica para el cuidado de niñas y niños, especialmente para el cuidado de menores a 4 años.

Un límite y un horizonte

Zamba irrumpe en la provincia al ser el primer espacio destinado específicamente a hijas e hijos de tareferas/os y se sitúa en una localización estratégica. Las familias tareferas lo valoran porque les otorga una alternativa para ir a trabajar sin tener que llevar a sus hijos al yerbal. El hecho de que a poco de su inauguración tenga una asistencia regular de 30 chicas y chicos da cuenta de su potencial y de su límite. Es un cupo muy bajo para la demanda que existe. Además, está claro que,con salarios precarios, sin contratación en blanco y sin capacitaciones, sus trabajadores actualmente lo mantienen funcionando a pulmón.

El Estado bien podría intervenir allí, contratando en blanco a sus trabajadores, brindando capacitaciones y personal adecuado para distintas tareas educativas, desarrollando una mayor infraestructura para que pueda alcanzar a más niños, etc. Esta no puede ser una iniciativa aislada, sino que debe extenderse al conjunto de la provincia para que alcance a los tareferos de otras localidades y a trabajadores de otras producciones, que lo necesitan. Es también un proyecto que puede extenderse a otras provincias con actividades donde las familias necesitan espacios para sus hijos. Ello crearía miles de puestos de trabajo y contribuiría a reemplazar planes por puestos de trabajo.

Es evidente que esta política es una solución parcial y no ataca el problema de fondo. La producción yerbatera no puede sostenerse a costa de salarios de miseria y jornadas laborales de 12 horas. Resulta imperioso avanzar en eliminar las condiciones estructurales que posibilitan la explotación laboral infantil. Entre ellas, la informalidad y el pago a destajo, y para ello es necesario reestructurar la producción, mediante la intervención de un Estado productivo. En próximas entregas ampliaremos esta propuesta que busca reemplazar las pequeñas producciones improductivas por una de mayor escala que genere mejores condiciones y más trabajo.


Publicado en El Aromo Nueva Época N° 8 – Enero 2023

  1. El Sistema de Información de Tareferos de Misiones, 2021 contabilizó a 8.000 tareferos registrados en 2021.

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