Gonzalo Sanz Cerbino
María del Rosario Toro Tesini
Victoria Rodríguez Nievas
Desde hace tiempo en El Aromo venimos siguiendo un problema clave para pensar la Argentina del futuro: lo que se derrocha en sostener a la burguesía planera, que dilapida recursos públicos para asegurar su supervivencia en un mercado interno protegido. Hemos visto los beneficios que obtienen mediante las leyes de promoción industrial, cómo fundieron las empresas públicas comprando su producción por debajo del costo o el peso de los subsidios al capital en el presupuesto. Mediante estos mecanismos (y otros), la Argentina destina millones de dólares por año a sostener a estos parásitos, los verdaderos responsables de que el país se hunda hace décadas en la miseria. Recursos que podrían usarse en un verdadero plan de reconstrucción del país, sobre nuevas bases, que garantice beneficios para todos, y no para unos pocos millonarios que hacen negocios con la plata de todos. En este número analizaremos el conflicto entre el Grupo Techint y el gobierno de la provincia de Córdoba en 2016, por la construcción de gasoductos troncales. Se trata de un caso particular, pero que grafica a la perfección cómo actúa la burguesía planera y cuánto nos cuesta.
El negocio
A comienzos de 2016 se dieron a conocer los resultados de una licitación de obra pública en la provincia de Córdoba para la construcción de 2.336 km. de gasoductos troncales. La licitación se dividió en tramos que se adjudicaron a tres consorcios: uno liderado por Electroingeniería, de Gerardo Ferreyra, otro por IECSA, de Ángelo Calcaterra, y el tercero por la brasilera Odebretch. Los dos primeros consorcios estaban asociados a capitales chinos para la provisión de insumos y el financiamiento: Electroingeniería con China Pretroleum Pipeline Bureau y Bank of China, y IECSA con China Communications Construction Company y el banco ICBC. Esa asociación implicaba que el principal insumo de las obras, tubos de acero sin costura, se adquiriría en China, y de eso dependía el 80% del financiamiento.
Un gran problema para Techint, que quedó en séptimo lugar en la licitación. No solo fue marginada de la construcción de los gasoductos, también se perdía la posibilidad de proveer los insumos: tubos de acero sin costura es la principal producción de su planta en Campana, Siderca. Pero el problema no era, como intentó plantear Techint luego de perder la licitación, solo una cuestión de la “nacionalidad” de los tubos. El trasfondo era económico. Por un lado estaba el problema del financiamiento: los bancos chinos ofrecían mejores tasas y plazos que los que podía obtener la provincia en el mercado. Pero además, los chinos ofrecían los tubos a un precio muy inferior al de Techint: mientras esta última había ofertado en la licitación a 2.500 dólares la tonelada, los chinos ofrecían el mismo producto a 1.056 1.
Las presiones
Al conocerse el resultado de la licitación, Techint comenzó a operar, en distintos frentes, para que no la marginen del negocio. El primer golpe provino de la Unión Industrial Argentina (UIA), que asumiendo la defensa de los intereses de Techint, envió notas a fines de abril de 2016 tanto al gobierno de Córdoba como a funcionarios del gobierno nacional. En esas notas expresó su “profunda preocupación por la potencial destrucción del empleo que traerá la adjudicación del suministro de tuberías y accesorios de origen chino”, dado que este país recurre a “precios predatorios y comercio desleal”. Al contrario, de adquirirse los insumos en el mercado local (o sea, a Techint), “el gasoducto de Córdoba permitiría el mantenimiento de miles de empleos y la reactivación de plantas [de Techint, afectadas por la recesión]” 2.
Pocos días después ejecutivos de Techint fueron recibidos por funcionarios del gobierno de Córdoba, pero ante la negativa a abrir el negocio, redoblaron las presiones. En un comunicado la empresa señaló que “China tiene denuncias de dumping en Estados Unidos, México, Canadá, Colombia y toda la Unión Europea por prácticas desleales. El Estado chino financia empresas quebradas para que estas puedan ofertar productos a precios por debajo de los costos reales”. Ello afectaba particularmente a la siderurgia, ya que “en los últimos años la penetración del acero chino en el mercado latinoamericano ha crecido de forma sostenida. La zona recibe cada vez más productos chinos bajo condiciones desleales de comercio […] desplazando productos locales de la cadena latinoamericana del acero”. El comunicado fue acompañado por una campaña de prensa. En ese contexto, Javier Martínez Álvarez, Director General de Tenaris aclaró los objetivos de la ofensiva: “nuestra intención es que el proyecto se haga con empleo argentino. Acá hay empresas grandes y chicas que tienen capacidad de hacer esos tubos y dar empleo en el país. China subsidia empresas quebradas, y eso es competir con la cancha inclinada” 3.
El gobierno de Córdoba se mostró decidido a resistir las presiones. A principios de mayo, respondió mediante una carta pública que no ahorraba adjetivos. Allí, en referencia a Techint, señalaba: “con la actitud de un grupo monopólico que se cree el dueño del país, viene a querernos imponer a los cordobeses que dejemos de lado la licitación y no se hagan las obras hasta que ellos nos vendan los caños”. También cuestionaba el papel asumido por la UIA: “resulta llamativo que la Unión Industrial Argentina defienda solamente a los monopolios de insumos industriales y no a los sufridos usuarios de esas materias primas”. La contraofensiva cordobesa fue acompañada por declaraciones de funcionarios del gobierno provincial. Fabián López, ministro de Agua, Ambiente y Servicios Públicos, señaló que Techint no se acordó de defender el “trabajo argentino” en licitaciones anteriores, cuando los caños se importaron de su subsidiaria en Brasil. Tampoco al vender chapa a las autopartistas locales un 30% más cara que en ese país. “Hay una cuestión de fondo, que es la intención de Techint de querer seguir fijando los precios de manera monopólica de sus productos en el mercado argentino, impidiendo la libre competencia y cualquier tipo de apertura”, señaló. Hasta el gobernador Schiaretti intervino, acusando una vez más a Techint de tener “prácticas monopólicas”:
“Esa licitación ha sido transparente, internacional, y esta firma salió séptima y octava, porque pasó precios exorbitantes, típicos de una firma que tiene monopolio y actitudes monopólicas, que cree que puede poner el precio que se le antoje y que todos se tienen que sujetar a su voluntad”.
Agregó, para cerrar la cuestión, que la provincia no pagaría “ni un peso más” por las obras 4.
Pero a Techint aún le quedaban varias cartas por jugar. Abel Furlang, diputado del Frente de Todos y dirigente de la UOM Campana, hizo propios los argumentos de la siderúrgica y hasta amenazó con movilizarse en defensa de Techint. Señaló que si se dejaba ingresar los tubos de China, cerraría Siderca, y “si eso sucede nos van a encontrar en la calle”. La empresa también organizó una reunión con industriales provinciales buscando ponerlos de su lado, donde el propio presidente de Techint, Paolo Rocca, se hizo presente. Y consiguió también el pronunciamiento de diputados de Juntos por el Cambio, como Nicolás Massot y Mario Negri, que demandaron “flexibilidad” a Schiaretti. El gobierno de Córdoba no se quedó atrás, y consiguió que los intendentes provinciales y las seccionales provinciales de la UOM y del SMATA, salieran a defender la licitación y cuestionaran a Techint por los precios de sus insumos, que perjudicaban a la industria local. Pero todo esto no alcanzó, ya que Techint logró poner de su lado a un actor clave: el gobierno nacional 5.
Para poder acceder al financiamiento de los bancos chinos, Córdoba necesitaba el aval del Poder Ejecutivo nacional, que debía habilitar el endeudamiento externo del gobierno provincial. A su vez, el gobierno nacional tenía la potestad imponer aranceles a las importaciones de tubos. Por esas razones, la decisión de Macri de respaldar a Techint resultó clave en la forma en que se resolvió el conflicto. El Jefe de Gabinete, Marcos Peña, reconoció que negociaban con Schiaretti para que la siderúrgica nacional no se quede afuera del negocio: “estamos hablando con Techint y el gobierno de Córdoba para que una parte [de los tubos] se compre en Argentina”. El jaque mate de Techint llegó cuando la Secretaría de Comercio de la Nación accedió a la denuncia por dumping iniciada por tres empresas del grupo (Siderca, SIAT y Tubhier), imponiendo un arancel de 139% al ingreso de tubos chinos, lo que dejaba el precio final de los insumos importados por encima de los precios de la siderúrgica nacional. Con esta jugada, las licitaciones terminaron de caerse 6.
El resultado
Con la resolución de la Secretaria de Comercio, Córdoba no tuvo más remedio que acceder a la propuesta del gobierno nacional: que el 50% de los tubos debían adquirirse en el mercado local, a un precio de 1.500 dólares la tonelada. En esas condiciones, solo Odebrecht inició las obras, tras llegar a un acuerdo con Techint para adquirir el 100% de los tubos a 1.350 dólares la tonelada. Al perder la posibilidad de colocar sus tubos, los consorcios chinos comenzaron a retacear el financiamiento, hasta que los contratos terminaron cayéndose. Así, en enero de 2017, Córdoba debió convocar nuevas licitaciones para los tramos adjudicados a las empresas chinas, que fueron financiados mediante la emisión de bonos provinciales por 450 millones de dólares a 10 años. Despejada la competencia china, Techint se quedó con más de lo que inicialmente había acordado: en agosto de 2017, Luis Betnaza, directivo de la empresa, se jactó de que, para ese momento, el 100% de los tubos para las obras eran provistos por empresas nacionales. En febrero de 2018, funcionarios cordobeses manifestaron en off su descontento porque Techint terminó vendiendo los tubos a un valor muy superior al inicialmente acordado 7.
¿Cuánto nos costó el lobby de Techint? La obra demandó 52.000 toneladas de tubos. La diferencia entre el precio ofertado inicialmente por los chinos (1.056 dólares por tonelada) y el que ofertó Techint (2.500 dólares por tonelada) sumaba 75,09 millones de dólares. Si tomamos el precio finalmente acordado con el gobierno nacional (1.500 dólares la tonelada), la diferencia es de 23,09 millones de dólares. Sabemos que Techint no cumplió ese acuerdo, aunque no sabemos a qué precio vendieron finalmente los tubos. De una u otra manera, la obra terminó costando para la provincia de Córdoba entre 23 y 75 millones de dólares más, y eso sin contar el mayor costo del financiamiento.
Lecciones para un gobierno socialista
Desde ya que un gobierno socialista no podría darse el lujo de importar al costo de perder 5.000 puestos de trabajo. Cuando nos toque enfrentar esa decisión, debemos evaluar cada opción pensando en costos y beneficios para el conjunto de la población del país. Un gobierno socialista, dada la importancia y el desarrollo de la rama siderúrgica en la Argentina, debería tener entre sus prioridades que la producción de tubos de acero sin costura alcance la productividad mundial. Después de 70 años de presencia en el país, es inconcebible que debamos seguir protegiendo a una empresa del tamaño de Techint, despilfarrando millones para asegurar sus ganancias. Mientras ese umbral se alcance, debemos evaluar cada decisión teniendo en cuenta los intereses del conjunto de la población. Los recursos en juego son de todos nosotros, por eso hay que evaluar racionalmente en que se gasta cada peso. Quizás deba mantenerse cierto grado de protección para alguna rama mientras estas ganan competitividad, siempre que ese objetivo se alcance y no sea un esfuerzo desperdiciado. También es cierto que deben priorizarse las inversiones que permitan ganar competitividad sistémica, como es el caso de los gasoductos, permitiendo en esos casos la importación. Pero ninguna de esas disyuntivas fue evaluada en este caso. Lo que aquí pasó fue muy distinto: se relicitó la construcción de una obra ya adjudicada, elevando su costo entre 23 y 75 millones de dólares, no porque era lo mejor para todos, sino porque era lo mejor para Techint. Esta empresa, cuyo dueño es el argentino más rico del país según la revista Forbes, se aseguró un negocio millonario que financiamos todos nosotros. Y no es la primera vez que pasa. Queda claro que la Argentina solo tendrá futuro si nos sacamos de encima a estos parásitos.
Publicado en El Aromo Nueva Época N° 7 – Noviembre 2022
- Veintitrés, 24/5/16; La Nación, 30/8/16; Página/12, 3/5/16.
- La Nación, 27/4/16.
- La Nación, 27/4/16; La Voz, 28/4/16.
- Página/12, 3/5/16; La Voz, 20/5 y 15/8/16.
- iProfesional, 4/5/16; Ámbito, 28/4/16; Conclusión, 22/5/16.
- Urgente 24, 29/4/16; Cronista, 24/1/17; Maradeo, J. e I. Damiani: Lobby: Cómo se construye (el verdadero) poder detrás del poder, Ediciones B, Buenos Aires, 2019.
- La Voz, 15/8/16; La Nación, 3/8/17; La Voz, 5/2/18; Cronista, 24/1/17.