La Apicultura como propuesta de desarrollo nacional

Leandro Ariel Pombo

Colaborador externo

Las exportaciones de miel aportan por año al país 200 millones de dólares. Una empresa nacional de apicultura puede multiplicar esa cifra exportando la miel fraccionada en vez de a granel, con mayor creación de empleo local.

El desarrollo actual 

La apicultura está presente en casi todo el país. Según la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca y el SENASA1, se encuentra en 22 provincias. Se calcula que hay entre 15.000 y 20.000 apicultores registrados con más de 3.500.000 colmenas. Según esta misma Secretaría, el sector apícola emplea a más de 100.000 personas de forma directa e indirecta. Se producen por año aproximadamente unas 75.000 toneladas de miel, de las cuales sólo 6000 se consumen en el mercado interno mientras el resto se vuelca al mercado externo.

Las exportaciones

La Argentina es el tercer productor mundial de miel detrás de China y EE.UU y es el segundo exportador a nivel mundial. La exportación se hace a granel en tambores de metal de 330 kilogramos. Es decir, la miel no se exporta fraccionada ni se diferencian calidades por su origen, por lo cual se vende más barata.

Según el SENASA el complejo apícola aporta al país unos 200 millones de dólares anuales, siempre y cuando el clima acompañe. El sector cuenta con mercados que compran nuestra miel. Nuestros principales comparadores son EE.UU, la Unión Europea (particularmente Alemania), el Reino Unido y Japón. Estos países adquieren nuestra miel, ya que su producción interna no alcanza para autoabastecerse y responder a su demanda local y porque necesitan nuestra miel de alta calidad para mezclarla con la de su propia producción.

Aparte de esto hay otros subproductos y servicios que se exportan en mucha menor medida como, por ejemplo: polen, propóleos, cera, jalea real y apitoxinas o venenos de abeja utilizados en medicina, así como genética propia (cría de reinas).

Encadenamientos productivos  

Un mayor desarrollo de la apicultura impulsaría también la producción metalmecánica, de material inerte o de indumentaria para el sector. Por ejemplo: los apicultores necesitan maquinaria para poder extraer miel y envasarla, herramientas de mano para abrir las colmenas, madera para producir las colmenas y sus diferentes partes móviles (cuadros, alzas o cajones, techos y pisos) y ropa o indumentaria específica para trabajar como: mamelucos, caretas, sombreros y guantes para estar protegidos frente a las picaduras de las abejas.

Otros sectores asociados pueden ser el farmacéutico, el de cosmética natural y el veterinario, así como el alimentario, en el cual se pueden utilizar productos generados por las colmenas. Ejemplo: se puede sustituir el azúcar por miel como endulzante para la industria de alimentos. Argentina cuenta con sectores que producen localmente muchas de las cosas que necesita la apicultura, pero lo hacen en una escala reducida y no orientada a la exportación.

La cadena apícola  

La cadena apícola está conformada por pequeños y medianos productores 2, organizados en empresas familiares o cooperativas y asociaciones locales, en la que la apicultura se convierte en una actividad complementaria. Luego, la cadena tiene también algunos pequeños y medianos productores, así como también distribuidores de insumos que necesitan los productores apícolas (maquinarias, herramientas, indumentaria y materiales de madera o plásticos). La cadena apícola se concentra sobre todo en grupos de acopiadores de miel y en los sectores exportadores. Se calcula que son 10 las grandes empresas que manejan el negocio de la exportación a granel. Estas 10 empresas concentran el 90% de los montos exportados. Según Martín Goslino, un espcialista:

“Como sucede en la mayoría de los mercados de commodities, la queja permanente de los apicultores es que la intermediación obtiene mayores ganancias que la producción. En su momento los agentes mejor posicionados fueron los acopiadores. Luego de los cambios operados a partir de la llamada ‘crisis de los nitrofuranos’, los principales beneficios quedan en manos de los exportadores.” 3

Otra desventaja, que redunda en un menor valor de la miel en el mercado externo, es que su exportación se realiza a granel en tambores de 330 kilogramos. Si esta exportación pudiera realizarse en forma de miel fraccionada y envasada en origen, aumentaría el valor de la misma en el mercado externo, así como también se ofrecería en producto que se distingue por su calidad nutricional, características de color y de floración según su procedencia regional. Todo esto, sin contar que se ofrecen en estos mercados, en muy baja proporción, otros productos derivados de la actividad como los ya mencionados arriba.

El rol del Estado

Una ventaja de nuestro país es el nivel de especialización o profesionalización con el que cuenta a través de la formación de los productores apícolas. Distintos organismos públicos fomentan el desarrollo de la actividad como el INTA Pro-Api, el SENASA, el INTI o universidades nacionales y brindan formación y asistencia específica a través de cursos, tecnicaturas e incluso licenciaturas orientadas sobre la temática. Los tiempos de formación de nuevos peritos o técnicos en apicultura son relativamente cortos, ya que en 1 ó 2 años pueden formarse nuevos productores. Pero el Estado aún puede hacer mucho más.

Una Empresa Nacional de Apicultura o de Productos Apícolas que se encargara de la compra y fraccionamiento de la miel para exportación, así como de la producción de insumos y bienes para el sector local como para la exportación en el mercado mundial, sería más beneficioso. Una empresa nacional de apicultura que se dedicara a la producción de muchos de estos insumos y que su productividad fuera alta, reduciría costos para los productores apícolas pequeños y medianos. Según lo que plantean algunos especialistas, se puede considerar que:

“Argentina es protagonista en el mercado mundial de miel, pero existe otro espacio de crecimiento para el complejo apícola que se encuentra favorecido por la escala del sector y que le permitiría proyectar su expansión a nivel internacional con la oferta de insumos y equipamientos específicos para la apicultura.” 4

 Un punto que también sería importante desarrollar, para promover la producción local, es fomentar, a través de campañas nacionales, el consumo interno de miel y sus derivados (polen, propóleos, jalea real) y generar una mayor demanda de estos productos en el mercado interno. Hoy se calcula que el consumo de miel per cápita en la Argentina es de unos 200/300 gramos por año, frente a los 2 o 3 kilos de consumo per cápita de la Unión Europea. Fomentar estos consumos mejoraría la salud de la población al acceder a alimentos altamente nutritivos, de calidad, naturales y ambientalmente amigables con el entorno. 

Fuente: International Trade Centre-UNCOMTRADE. Plataforma de Alto Rendimiento de la Cámara de Exportadores de la República de Argentina.

Propuestas

  • Creación de una Empresa Nacional de Apicultura, que compre la miel a los productores locales y que fraccione en origen su producción para la exportación. Esta empresa puede encargarse también de producir insumos y bienes necesarios para el sector apícola local (herramientas, maquinaría, indumentaria, implementos de madera, entre otros), pero con un objetivo de exportación al mercado mundial.
  • Establecer un Plan Nacional de Fomento y Promoción de la producción apícola, con miras a aumentar la producción general de miel y otros derivados para su exportación, y aumentar el consumo interno de la población de este valioso alimento. 
  • Establecer sinergias y articulaciones con otros sectores económicos primarios y secundarios de la producción nacional (ganadería, agricultura, fruticultura, floricultura, horticultura, pero también con el sector maderero, metalúrgico, textil, farmacéutico y alimentario). 
  • Establecer la actividad apícola como complemento y desarrollo de las economías regionales y de las ciudades pequeñas y medianas del interior del país o de zonas periurbanas de grandes aglomeraciones como el conurbano de Buenos Aires.
  • Promover la formación de nuevos productores a nivel nacional y articular su asistencia técnica y tecnológica a través de los organismos públicos nacionales como el INTA, INTI, SENASA, Universidades Nacionales, entidades asociativas del sector y escuelas agro-técnicas, entre otros.  

 ¿Qué beneficios obtendríamos de estas propuestas? Si se creara por parte del Estado nacional una Empresa Nacional de Apicultura, ésta podría producir bienes e insumos necesarios para el sector apícola. Esto podría reducir costos para los apicultores locales, si fuera una empresa de alta productividad y con miras al mercado externo. También podría adquirir la miel producida localmente y ofrecer al mercado externo un producto con valor agregado a través de su fraccionamiento o envasado. Podría diversificar su oferta, al agregar también otros bienes derivados de la producción apícola como, por ejemplo: polen, cera, jalea real y propóleos. Si se fomentara la producción en todo el país, formando a nuevos productores y apoyando a los que ya existen, esto aumentaría la cantidad de toneladas anuales generadas en cada cosecha, lo cual redundaría en un aumento de los excedentes exportables, así como la promoción y fomento de su consumo local mejoraría las condiciones del mercado interno (aumento de la demanda) y a su vez sería positivo para la dieta de la población, haciendo masiva su ingesta como un alimento altamente energético, saludable y nutritivo. Por lo tanto, el sector que actualmente genera divisas por 200 millones de dólares anuales, podría multiplicar esa cifra por mucho más. 

El apoyo sostenido, por parte del Estado nacional, de la actividad apícola mejoraría sustancialmente el desarrollo de las economías regionales, así como el de pequeñas y medianas ciudades del interior o de áreas periurbanas de grandes conglomerados urbanos. A su vez la apicultura está asociada a la polinización de distintos cultivos que beneficia a los productores agrícolas o frutícolas, como también aquellos dedicados a la producción de pasturas para el ganado vacuno como la alfalfa o el trébol en todo el país.

  1. Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y del SENASA: https://magyp.gob.ar/apicultura/ https://www.argentina.gob.ar/senasa/programas-sanitarios/cadenaanimal/abejas/produccion-primaria
  2. Se calcula que el promedio de colmenas por apicultor ronda entre las 110 y 120 unidades en todo el país y con un promedio de producción de 30 kilogramos por colmena.
  3. Goslino, Martin. (2017). Apicultura en el sudoeste bonaerense: una propuesta de eficiencia y sustentabilidad en esquemas de comercialización conjunta. Universidad Nacional del Sur. Bahía Blanca.
  4. Castillo, Pedro. Evolución y perspectivas del complejo apícola en la Argentina. https://www.ciea.com.ar/web/wp-content/uploads/2016/11/Doc8_9.pdf 

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