El país está estancado hace décadas y nosotros nos hundimos cada vez más en la miseria. Eso no lo discute nadie. La cuestión no está en el problema, que ya todos conocemos, sino en cómo lo solucionamos. Los partidos y candidatos patronales, te dicen más o menos lo mismo.
De Cristina a Macri, pasando por Alberto, Larreta y Milei la solución parece sencilla: achicar gastos, reducir derechos y esperar una “lluvia de inversiones” que nunca llega. Sencilla, claro, pero muy dolorosa para los que vivimos de nuestro trabajo. Vamos a ver nuestro sueldo hecho pedazos, mientras los precios se disparan y los puestos de trabajo se achican. Y todo para nada. Porque ese empobrecimiento es el que venimos sufriendo hace décadas y nada cambia.
Hay que pensar el asunto desde otro lado. O mejor dicho, hay que pensar al revés. No hay que achicar, hay que agrandar. No hay que reducir, hay que expandir. Lo explicamos.
Agrandar: la Argentina tiene cerca de un millón y medio de desocupados. Se trata de un valiosísimo recurso sin utilizar, que podría producir una gran cantidad de riqueza en una sociedad que hace una década que no crece. El Estado debe emplearlos a todos.
Ampliar: esa población desocupada debe recibir un sueldo “decente”, que en la situación de miseria en la que nos encontramos, debiera ser, por lo menos el doble del salario mínimo, vital y móvil, con todos los derechos que corresponden a los empleados “en blanco”.
Sin embargo, todo depende de en qué se emplee a ese millón y medio de personas. Aquí es donde aparece la “acción”. Hay que transformar al Estado en una maquinaria productiva. Por eso, a ese millón y medio se lo debiera emplear en empresas productivas, no en cortadores de pasto para la propaganda municipal. Además, debiera empleárselos en ramas de exportación o que reemplace el consumo interno de productos exportables.
Otra condición: deben ser de baja intensidad tecnológica, no solo para emplear más mano de obra, sino para no generar una demanda de maquinaria importada que complique el temita dólares.
¿Ejemplos? Sí, claro. Se pueden dar muchos ejemplos de opciones productivas (piscicultura, producción de carnes alternativas –cerdo, guanaco, liebre-, confección de prendas, reciclaje de materiales, etc.), pero un plan definitivo debiera poner a trabajar rápidamente equipos enteros de especialistas en comercio exterior, científicos, ingenieros, técnicos, que ya están empleados en el Estado y tienen mucho para aportar.
Todo esto tendría un efecto muy positivo para la economía. Terminaría con la desocupación, aumentaría el consumo de manera real (no porque se le da a la maquinita de imprimir billetes), entrarían dólares (más exportaciones), ya no habría necesidad de planes sociales.
¿Cómo se paga todo esto? Con la plata que hoy se desperdicia, esa que hoy se usa para financiar a los parásitos del empresariado. Se lo explicamos en la nota Los verdaderos planeros.
En el fondo, un millón y medio de puestos de trabajo es un plan posible, aquí y ahora, que mejoraría la economía del país y, sobre todo, nuestros bolsillos. Eso es lo que plantea Vía Socialista con su plan de gobierno: Argentina 2050. Te invitamos a apoyarnos con tu afiliación y a sumarte a construir una Argentina en la que valga la pena vivir.