Por una política socialista – Ellen Meiksins Wood

[Fragmentos de la Introducción, de su libro Democracia contra capitalismo. La renovación del materialismo histórico, Siglo XXI, México, 2000.]

Ellen Meiksins Wood (1942-2016)

Así y todo, la crítica del capitalismo está pasada de moda. El triunfalismo capitalista de la derecha se refleja en la izquierda con una severa contracción de las aspiraciones socialistas. Los intelectuales de izquierda, si no aclaman el capitalismo como el mejor de los mundos posibles, esperan poco más que un espacio en sus intersticios y se limitan a anhelar solo resistencias muy locales y particulares. En el momento mismo en el que se requiere con mayor urgencia el conocimiento crítico del sistema capitalista, amplios sectores de la izquierda intelectual, en lugar de desarrollar, enriquecer y refinar los instrumentos conceptuales requeridos, los rechazan por entero. El “posmarxismo” ha dejado el paso al culto del posmodernismo, con sus principios de contingencia, fragmentación y heterogeneidad, su hostilidad a toda noción de totalidad, sistema, estructura, proceso y “grandes narrativas”. Pero si bien esa hostilidad se hace extensiva a la idea misma del capitalismo como sistema social, no impide que estas corrientes traten “el mercado” como si fuera una ley de la naturaleza universal e inexorable mientras que cancelan, paradójicamente, el acceso crítico a este poder totalizador negando su unidad sistémica e insistiendo en la imposibilidad de los conocimientos “totalizadores”. La fragmentación y la contingencia posmodernas forman una extraña alianza con la última “gran narrativa”, el “fin de la historia”.

Los intelectuales de la izquierda, entonces, han tratado de definir nuevas formas, aparte de la controversia, para relacionarse con el capitalismo. El modo típico, en el mejor de los casos, es buscar los intersticios del capitalismo, dar cabida allí a “discursos”, actividades e identidades alternativos. Se destaca la naturaleza fragmentaria del capitalismo avanzado […] y se supone que esto multiplica los espacios en los que puede operar una cultura de la izquierda. Pero subyacente a todo lo anterior parece estar la convicción de que el capitalismo llegó para quedarse, por lo menos desde cualquier perspectiva histórica previsible.

La reformulación de la relación de la izquierda con el capitalismo, haciéndose un espacio dentro de él, más que por medio de un desafío directo y una controversia, ayuda, entre otras cosas, a explicar el gran paso en los discursos tradicionales de la izquierda, de la economía política y la historia, a los más actuales y de moda: el estudio del discurso, del texto y de lo que podría llamarse la cultura de la “identidad”. Si la economía política y la historia marxistas tienen como objetivo desafiar al capitalismo como totalidad desde el punto estratégico de su antítesis, el socialismo, los “estudios culturales” (concebidos en la forma “posmoderna”) y otras empresas postizquierdistas se definen por la noción de que el terreno de la política está dentro y entre los fragmentos del capitalismo, en especial en el mundo académico, donde los discursos y las identidades pueden desconstruirse y proliferar sin restricciones materiales.

En un mundo fragmentado, compuesto de “sujetos descentrados”, donde los conocimientos totalizadores son imposibles e indeseables, ¿qué otra clase de política existe aparte de una radicalización intelectualizada del pluralismo liberal? ¿Qué mejor escape, en teoría, de la confrontación con el capitalismo, el sistema más totalizador que hay conocido el mundo, que el rechazo del conocimiento totalizador? ¿Qué mayor obstáculo, en la práctica, a todo lo que está más allá de las resistencias más locales y particulares a la fuerza gflobal y totalizadora del capitalismo que el sujeto fragmentado y sin centro? ¿Qué mejor excusa para someterse a la fuerza mayor del capitalismo que la convicción de que su poder, si bien omnipresente, caree de origen sistémico, de lógica unificada, de raíces sociales identificables?

[…]

Así que la crítica del capitalismo requiere no solo adaptaciones a todas las transformaciones del sistema, sino también una crítica constantemente renovada de los instrumentos analíticos diseñados para comprenderlo.

Ahora es un lugar común que el marxismo occidental ha sido muy influido por la omisión de la conciencia revolucionaria dentro de la clase obrera y por la disociación resultante entre la práctica intelectual y cualquier movimiento político. Esto parece haber alentado a la gente a buscar no sólo programas políticos menos dependientes de la clase obrera, sino también teorías de transformación social liberadas de las restricciones y los desengaños de la historia. […] Ahora la construcción discursiva ha reemplazado a la producción material. […]

Pero la crítica original del capitalismo no podría haberse llevado a cabo sin la convicción de que hay alternativas viables, y parte del punto estratégico de la antítesis del capitalismo, el socialismo. Esto exigía una crítica, no solo del capitalismo o de la economía política, sino también de las oposiciones al capitalismo que existen hasta este momento, lo que significa someter la tradición socialista a escrutinio crítico. El propósito principal de esta crítica es transformar la idea socialista, de una aspiración ahistórica, en un programa político basado en las condiciones históricas del capitalismo.


Publicado en El Aromo Nueva Época N° 8 – Enero 2023

1 comentario en “Por una política socialista – Ellen Meiksins Wood”

  1. En pocos años se dio vuelta la taba, no se si se llegara rapido a un mundo socialista, pero en 2023 ,la crisis global del capitalismo es palmaria…RUSIA,CHINA, USA estan definiendo sus posiciones futuras,pero ojo cada pais ,hace su futuro, lo que no esta seguro es que ese futuro, sea socialista …… si los pueblos no toman conciencia de que el capitalismo es un pulpo de mil garfios y puede renacer…….cada pais , sus dirigentes y el pueblo deben crear el poder suficiente para tomar el camino al socialismo sin retorno al sistema anterior.

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