De las palabras a las cosas: por una verdadera Asamblea Nacional de Trabajadores

La gravedad del ajuste que estamos sufriendo convenció a la izquierda de la necesidad de convocar a una instancia organizativa más general. Es, claramente, un paso adelante y nosotros estamos participando, como corresponde. Pero no podemos dejar de hacer ciertos señalamientos. En primer lugar, queda claro que el FITU no era sino un frente electoral y no un comando político de lucha. En segundo, queda claro, también, que piensan el problema dos años después de la debacle generalizada provocada por el histórico ajuste kirchnerista y dos meses y medio después que asuma Milei, cuyo plan ya conocíamos de antemano. Y cuando decimos “piensan”, nos referimos a eso: no hay una propuesta concreta ni una acción en ese sentido. Solo ideas, discusiones y promesas. La convocatoria se viene dilatando sistemáticamente con la excusa de las “tensiones” y “desacuerdos”. En la vida real, a eso se le puso un nombre muy de moda: procastrinar…
El problema no es solo de dilación. Los propios “proyectos” en pugna tienen un valor más que dudoso. La discusión gira en torno de dos bloques: el que reúne el PTS y lo que se nuclea en torno al PO. El primero propone un “encuentro” de “disidencias”, “estudiantes”, “cultura”, “sindicatos”. La apelación a la clase obrera está completamente ausente. No porque detrás de todas esas figuras de superficie no haya obreros, sino porque se niega el carácter clasista de la convocatoria, que se reemplaza por una fórmula liberal ligada al corporativismo más mezquino y superficial (la actividad o profesión) y a la ciudadanía, que desde la propia convocatoria niega la unidad de los que pretende reunir. Una mirada burguesa de un partido que abandonó el socialismo hace rato.
El PO, en cambio, plantea la realización de una “Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados”, pero hasta ahora, lo que construyó no es una instancia organizativa sino un acto de autoproclamación. Ninguno de los encuentros, hasta ahora, tuvo un carácter deliberativo: no se presentaban mociones sometidas a votación, no hubo delegados, no se buscó crear ese tipo de instancias para enviar representantes, ni se votó un plan de lucha contra Milei. Mucho menos, hubo una discusión política sobre cómo sacar a la Argentina de la crisis. Simplemente, se dieron discursos y luego se ratificó un documento preacordado. O sea, eso no fue una asamblea. Si detrás de la actual propuesta y de esas frases altisonantes se encuentra lo mismo, el resultado no va a ser diferente.
La urgencia de la situación exige que dejemos las dilaciones. El fracaso de las alternativas burguesas exige una política clasista y revolucionaria, no liberales enojados. La desorientación inicial de la política, que aún no se terminó de reacomodar, requiere una iniciativa de la clase obrera. Esa iniciativa tiene que ser la construcción de un poder propio, que convoque a los trabajadores a elegir representantes, discutir y votar. Esa es la razón de una instancia deliberativa, que tome decisiones, que se dé una dirección ejecutiva y que discuta una salida política a la crisis. Otra vez, convoquemos ya a una verdadera Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Sin dilaciones. Sin discusiones inútiles. Hay que empezar ya con los que somos. Seguramente, muchos que están vacilando van a dar el paso y muchos incrédulos van a dejar de lado sus recaudos si ponemos un organismo vivo frente a un “encuentro”.
No está mal discutir. Los encuentros se pueden seguir haciendo (y por supuesto que vamos a impulsar el próximo). Pero no se puede condicionar las necesidades de la clase obrera a las limitaciones (y, en algunos casos, los caprichos) de los sectores más retrasados. Además, siempre es mejor argumentar desde una construcción ya existente y no desde entelequias.
Convocamos a todos las organizaciones que reclamen una instancia de este tipo a empezar ya mismo la terea organizativa. Nosotros nos ponemos a disposición de inmediato.
Vía Socialista

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