La inflación oficial está subestimada. El gobierno se niega a reestimar y actualizar el nivel general del índice de precios porque eso daría una mayor inflación. En efecto, el INDEC utiliza como insumo para estimar la ponderación del consumo de la población una encuesta de gastos realizada en 2004-2005 y que fue actualizada en diciembre de 2015. Esos datos no sólo son “viejos”, pues pasaron 10 años de su actualización y 20 años de la elaboración de la encuesta, sino que además no refleja los aumentos de los precios de, por ejemplo, los servicios públicos y el transporte. Para peor, ya existe una encuesta de gastos elaborada en 2017-2018 con datos viejos, sí, pero más actuales que los anteriores. En esta columna mostramos que la inflación es más elevada de lo que dice el INDEC y que su impacto en los salarios y el consumo es mucho más elevado de lo que presume Milei. En este sentido, una medición más realista de la inflación presenta grandes diferencias no sólo mes a mes, sino también en el acumulado interanual. Los efectos de este proceso son varios. La caída del salario de los trabajadores es aún mayor de lo que indica el INDEC y su recuperación resulta mucho más lenta. A su vez, la inflación real impacta en las actualizaciones de los jubilados y pensionados. Finalmente, la caída en el consumo es mucho más profunda de lo que muestran las estadísticas oficiales y su evolución no llega a los niveles de noviembre de 2023. Todo un síntoma de que Milei utiliza las estadísticas a su modo para mostrarnos una realidad con mejoras inexistentes.
Termómetro socialista Columna de Nicolás Villanova
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