En los últimos días el gobierno de Javier Milei modificó la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. En ella, incorporó una serie de disposiciones que constituyen un serio ataque hacia el conjunto de la docencia. La modificación incorpora como derecho de las niñas, niños y adolescentes una supuesta “pluralidad ideológica” que el Estado debería defender introduciendo regulaciones. ¿Defender de quién o de qué? De un supuesto adoctrinamiento político en el que podrían incurrir los y las docentes en el aula. El blanco estará puesto en las ciencias sociales, disciplina que el gobierno ataca en otros ámbitos como la Ciencia y la Universidad.
Ya vivimos en el pasado iniciativas similares, en las que ministros y funcionarios como Esteban Bullrich o Soledad Acuña buscaron censurar a los docentes que expresaran abiertamente sus posicionamientos políticos, siempre que sean contrarios a los del gobierno de turno. Incluso se creó un número telefónico para denunciar el supuesto adoctrinamiento político en las escuelas. Estas acciones represivas no son más que una muestra de una profunda ignorancia sobre lo que ocurre en las aulas, la composición del currículum escolar y los intereses de los estudiantes. El gobierno desconoce la dinámica escolar al plantear que la política no puede ingresar a las aulas. Es imposible, por ejemplo, en materias como Ciencias Sociales, Política y Ciudadanía o Formación Ética, no abordar problemáticas sociales y por lo tanto “políticas”. Esto se ve cuando hay que explicar la composición y función del Estado o de la sociedad, o en el área de las ciencias exactas, la teoría evolutiva de Darwin y el “juicio del mono”.
Reeditando las viejas posturas de “con mis hijos no te metas” y apelando a los sectores más reaccionarios, se busca ocultar el hecho de que el Estado y la clase social que lo gobierna también impone su propia ideología todos los días en el aula, es decir, construye una hegemonía con la educación. Por eso, esta medida no es una cruzada contra el adoctrinamiento sino que busca abrir el terreno para desplegar su propia batalla cultural -tal como ya anunció- imponiendo sus propios contenidos y visiones de la historia. Se trata de una muestra de la descomposición de una clase social, ahora representada por el gobierno de Milei, que se debate entre el macartismo y el temor a una verdadera educación científica. El mileismo está cargado de visiones anti-comunitas – de allí su macartismo- de relecturas de la historia y de una visión profundamente machista, patriarcal y homofóbica que se explica en su cruzada contra la ESI.
El marcartismo puede iniciar una auténtica caza de brujas, porque permitiría la denuncia de todo acto educativo considerado “político” o de “adoctrinamiento”, bloqueando así todo intento de discusión seria al interior de las aulas. La modificación de estos artículos de la Ley abre la puerta para que docentes de izquierda y revolucionarios sean perseguidos, desplazados, sumariados y para la autocensura adentro del aula. Si bien por ahora no hay ningún tipo de sanciones anunciadas, más temprano que tarde empezarán a regularlas. Por eso, debemos estar alertas.
Tenemos que denunciar todo ataque a los docentes por parte del gobierno. Necesitamos, además, darnos el espacio para discutir los contenidos que enseñamos en el aula, llevar adelante un Congreso Pedagógico Nacional para dar la lucha por una educación científica. También tenemos que poner en pie un movimiento nacional docente unificado, constituyendo una herramienta tanto gremial como política para sacar a la educación de la constante degradación en la que se desde hace décadas junto con el grueso de la sociedad.
Corriente Nacional Docente Conti Santoro – Via Socialista