La miniserie Santa Evita hace algo muy interesante: muestra cómo se construye un mito. Un mito en el sentido político de la expresión: Evita es un mito universal porque condensa un conjunto de significados válidos para millones y millones de personas, en Argentina y fuera de Argentina. Por eso el cadáver de Evita puede ser objeto de relatos fantásticos: porque no se trata del cuerpo muerto sino de lo que representa ese cuerpo, se trata de las fuerzas sociales están detrás de ese cuerpo muerto.
El mito exige la muerte. Lenin, Trotsky, el Che Guevara son mitos. Pero Stalin y Fidel no pueden ser mitos. «Muere como un héroe, o vive lo suficiente para convertirte en un villano», dice un refrán. Néstor Kirchner no podría seguir siendo «el Nestornauta» si hoy estuviera vivo y fatigando los pasillos de Tribunales y de Comodoro Py.
Cristina no es un mito. Pero es mucho más que ella misma: Cristina condensa relaciones y fuerzas sociales que van más allá de la propia Cristina. Marx habla de «fetichismo de la mercancía» cuando explica que otorgamos a las mercancías un valor que no proviene de ellas mismas sino del trabajo humano. Transferimos el poder del trabajo a los objetos que fabricamos y creemos que son esos objetos los que tienen poder. Así creemos que «el capital crea puestos de trabajo» cuando en realidad es el trabajo el que crea al capital.
De forma parecida, hay «fetiches sociales»: personas cuyo poder no proviene de ellas mismas sino de las fuerzas sociales que tiene detrás. Cristina es un fetiche social. Es el fetiche de millones de argentinos. Le adjudican a ella el poder de lo que ellos quieren. De este fetichismo surge el atentado. Pero la fuerza de Cristina no proviene de ella, sino de los millones de personas que la apoyan. Y matando al fetiche no se mata a la fuerza que lo empodera.
El mito y el fetichismo tienen que ver con la religión. Y el peronismo siempre aprovechó la religión: Larroque declaró que la casa de Cristina en Recoleta «se ha convertido en un santuario», hay quienes dijeron que el atentado falló gracias a «un milagro» y la misma Cristina dijo que fue gracias «a Dios y la Virgen». La religión libra al peronismo de dar explicaciones racionales a los hechos. Y lo libra también de dar soluciones racionales. Porque, como no hay soluciones reales a nuestros problemas materiales, la religión ofrece soluciones imaginarias: promesas, discursos, palabras, relatos.
Pero la religión no se terminará rompiendo crucifijos o matando personas. Porque el problema no es la religión. El problema es la realidad que necesita una religión a falta de soluciones reales. La única manera de terminar con la religión es construir un país donde eso que aparece como promesa en el más allá, como paraíso después de la muerte, se convierta en realidad aquí, en la Tierra, mientras estamos con vida.
1 comentario en “Cristina y el fetichismo”
ESTOY POR SUPUESTO EN CONTRA DE CUALQUIER MAGNICIDIO…..ESPERO SE ACLARE LO MAS RAPIDAMENTE POSIBLE…… PERO ME QUEDO POR MAS CONTROVERTIDO QUE SEA CON STALIN Y CON FIDEL……..RUSIA ES UNA POTENCIA ACTUAL QUIZA EN GRAN PARTE A STALIN, EN LO PRAGMATICO ,EN EL PODER ECONOMICO QUE SE CREO, LA PERESTROIKA Y GLASNOUT SE ENCARGARON DE ACOMODAR LAS COSAS, CON FIDEL PASO OTRO TANTO, CADA PAIS, RUSIA Y CUBA ,TIENEN UN RESPETO, UN VALOR NACIONAL, NO PERSONAL, LA ARGENTINA DE LOS MITOS ,NOS ESTA POR LLEVAR AL BORDE DEL PRECIPICIO